Con este martes que paso, el tren de la felicidad, que empezó su recorrido hace 29 días, ha llegado a su ultima parada del mes de enero. Todos los martes fueron espectaculares y cada uno me dejo una muy buena sensación grabada a fuego en el corazón. No solo por las actividades que realizamos, que es lo de menos, sino por los momentos que vivimos juntos, las charlas que compartimos, los amigos y amigas que me presentó, todos los familiares que me aceptaron desde ese primer martes con su tía y Pedro hasta este último con Jorge, Susy, Martin (ya consiguió igualar a Pedro) y su hija Milli. No me olvido de Laura, la madre, que me ha hecho sentir con si fuera parte de la familia, contándome cosas, pidiéndome que le saque la basura cada martes a la noche, pidiéndome ayuda con algún de tema de internet, en fin, dándome un fuerte abrazo cuando llegaba y cuando me iba. También su hermano, Hernan, que a su modo, me demostro que "esta todo bien con vos". Al padre todavia no lo pude conocer, no porque ninguno de los dos no quisiera, sino por cuestiones de horario. Ya llegara el momento oportuno.
Volviendo al martes en si, este fue el último de esta etapa porque en febrero voy a viajar tan solo dos veces a Mar del Tuyu. No porque no tengas ganas ni dinero porque ahora es el turno de ella de bajarse del micro y que alguien la vaya a buscar a la Terminal de Mar del Plata o donde se baje. Ahora el domingo viene a almorzar con parte de mi familia y se quedara hasta el miércoles a la mañana. Serán 4 días y 3 noches donde espero devolverle estos cuatro martes espectaculares y el gesto que tuvo al incluirme en su vida y en la de su familia. No tendré una familia tan grande como la suya y con tantas historias divertidas por contar, pero es mi familia y quiero que ella también se sienta parte de mi historia. No tendré tantos amigos como ella que cada una cuadra en Mar del Tuyu tenemos que parar, pero son mis amigos y seguro le presentare a alguno que otro.
El día comenzó de manera diferente a los otros tres porque en vez de tomarme el micro de las once de la mañana para que Noe me valla a buscar a la Terminal, decidí darle una sorpresa yendola a buscar al trabajo. Gracias a Laura que me dejo ir a la casa a dejar las cosas y además de alcanzarme hacia el trabajo de ella. De ahi partimos hacia la casa donde nos esperaba Jorge con unas buenas milanesas con arroz y huevo y tomates con orégano. Luego de hacer una prolongada digestión fuimos a la playa donde nos encontramos con Martin, Milli y Susy. Despues de unos cuantos chapuzones e intentos de ahogamiento vimos a su hermano y un amigo con una moto de agua. ¡Que bien la pasamos! Todos se subieron a la moto de agua, inclusive yo. Gran gesto de su hermano de llevarme a dar una vuelta. Para que tengan una idea, Hernan podría correr en el Rally Dakar sin problemas. Solo correr porque de llegar olvídense porque de seguro quema la moto, el cuatri, el auto, el camión o lo que le den para correr. Dimos unas cuantas vueltas a una velocidad tal que no podía creerlo. Los saltos por las olas eran interminables y del miedo casi me muero. jajajaja. Muy lindo el paseo, para repetir pero cambiando el conductor.
Volvimos a la casa temprano porque Noe tenia que ir a la Fonoaudiologa para que le den un certificado para los finales y la mama tenia que hacerse una eco. Fuimos a Santa Teresita en dos autos y de ahí cada uno con sus análisis pertinente. Obviamente que fui el auto que iba Noe junto con Milli y Martin conduciendo. Como teníamos planes para ir a la Casa Encantada pero corría un lindo vientito retornamos para buscar abrigos y de paso llenar nuestras panzas con unos buenos sandwiches. Un kilo de fiambre a máquina comimos entre todos. Si hay algo de que no me puedo quejar, es que nunca pase hambre, es mas. Hubo veces que tenia que decir que no de tanta comida que había en la mesa. Luego de comer salimos de vuelta otra vez para Santa Teresita en la misma configuración que antes. Cuando recorríamos la feria de los artesanos, Jorge y Martin se separaron de nosotros para ir a ver el partido de Boca-Racing.
Fuimos a la Casa Encantada y a la Casa del Lobizon, lugares donde nunca hubiera estado. Cuando ve estos lugares, la primera impresión es que están hechos para chicos y los adultos solo acompañan. Pero ya desde el primer cuatro de la casa, uno vuelve a adquirir esa ingenuidad perdida y la capacidad de asombro que lo largo de los años se va perdiendo. Lo mismo paso con la Casa del Lobizon. Uno dice "no me voy a asustar por adolestentes pintarajeados y con un disfraz de aca la vuelta" pero créanlo o no, un chico de Mar del Plata de casi dos metros de estatura fue unos de los primeros en salir dejando pisoteando a todos y dejando a su novia junto a la Parca.
Después de un mini concierto al aire libre de un pseudo-saxofonista y comprar dos lindos pares de zapatos para Noe junto con Laura, nos reencontramos con Martin y Jorge, alegres por la victoria clásica ya del equipo del Ischia, para sentarnos a comer "algo". Hamburguesas con queso, lomito y papas fritas fue todo lo que lo que paso por el mi estomago. No levantarnos podiamos.
LLegamos a la casa tipo dos de la madrugada del miércoles con tanto cansancio que nos acostamos y quedamos dormidos al instante.
La despedida no fue tan "dura" ni sentimental como las otras tres no porque la situación no la ameritaba sino porque sabía que en tan pocos días ella iba a visitarme a mis pagos, a conocer a mi familia, a mis amigos, a mis costumbres diarias. Esta vez la espera sera menos larga pero igual de profunda. Serán 4 días y tres noches que de seguro seran espectaculares como cada momento que vivo a su lado. Ahora es su turno de viajar y su turno de esperar que alguien la valla buscar pero es el mio de presentarle a parte de mi familia, de mostrarles a mis amigos, de hacerle de guía y de mostrarle mi mundo.